martes, 28 de septiembre de 2010

Generación perdida

Por David Torrejón

La convulsa historia del siglo pasado dio lugar a unas cuantas generaciones perdidas. Así fue como Hemingway bautizó a aquellos jóvenes que participaron en la Primera Guerra Mundial. No menos perdidas resultaron las generaciones afectadas por la Segunda, o por nuestra Guerra Civil. Ahora, dicho por el director del FMI, estamos gestando otra generación perdida. Pero, a diferencia de las anteriores, esta no obedece a circunstancias tan dramáticas como una guerra, sino simplemente a motivos económicos y políticos, simple y llanamente, a una mala gestión gubernamental. Y personalmente, lo que más rabia me da es que la situación que ahora tanto nos escandaliza estaba anunciada desde hacía años por los expertos. No es raro. Lo mismo ha pasado con la burbuja financiera y el derrumbe del ladrillo. Pero, quizás, de todos esos fenómenos interrelacionados, éste sea el más demoledor para nuestra sociedad. Ningún gobierno de los últimos veinte años ha hecho nada para evitar algo que anticipaban todos los expertos.

Pero no quiero echar toda la culpa a los gobiernos. Los propios ciudadanos, si nos creemos personas inteligentes y autónomas, y no meros juguetes de los poderes públicos, como algunos prefieren entender en descarga de sus responsabilidades individuales, tenemos una parte de culpa en lo que nos ocurre. Sin ir más lejos, la obcecación de nuestros jóvenes en inclinarse en masa por ciertos estudios sin que hubiera una necesidad social o económica que lo justificase tiene mucho que ver con la actual situación, aunque no explique todo el fenómeno. Un claro ejemplo es la carrera de Publicidad.

Naturalmente, a este suicido laboral han colaborado las Universidades y los poderes públicos, dejando que algo tan básico para el país se guiase solamente por la ley de la oferta y la demanda, aunque la demanda se haya comportado como un inmenso grupo de lemmings tirándose por un acantilado. Ahora los decanos intentan coordinarse, con veinte años de retraso y una generación perdida en la calle. Me resulta inquietante que algunas cuestiones básicas de nuestra vida estén tan al albur del calendario. Por ejemplo, el momento en el que podemos rescatar un plan de pensiones, o el momento en el que somos lanzados al mercado laboral. Si esto ocurre en un ciclo expansivo tenemos muchas posibilidades de vivir bien el resto de nuestra vida. Caso contrario…Claro que, si jugamos con el calendario, nos podríamos haber visto envueltos en cosas peores, como esas otras generaciones perdidas.

David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales