miércoles, 26 de enero de 2011

¿Qué es el talento sin una buena actitud?

En este mercado laboral cambiante y cada vez más global, disponer del mejor talento y saberlo gestionar es base en el éxito de cualquier compañía. Pero, ¿qué es el talento? Encontrar una única definición que nos delimite el significado de este término resulta complejo, puesto que el talento, de por sí, sería una manifestación del conjunto de muchos factores que caracterizan las personas y que pueden llegar a desarrollarse o no, o desplegarse más o menos rápidamente en función de diferentes variables.

En esta suma de factores que conforman el talento, encontramos: el conocimiento adquirido a través de un proceso de aprendizaje, de formación, y las experiencias acumuladas a lo largo de la vida. Dentro de este concepto, también entran en juego: las aptitudes, es decir, el saber hacer; las actitudes, que incluyen el querer hacer y como se lleva a la práctica; las habilidades o la capacidad para realizar algo; y las potencialidades de una persona, aquello que uno puede llegar a hacer. Por otra parte, la motivación uno que aporta para desarrollar una actividad determinada y la vocación personal de cada cual son otra de las partes importantes. Y ya como ingrediente final de esta receta, aun que no por ello menos importante, incide en el talento y su desarrollo, nuestro estado de salud.

Igualmente juega un papel destacado en este área, la inteligencia emocional, que no dejan de ser la empatía y las habilidades relacionales. Para aportar más valor a nuestro perfil profesional, debemos partir de nuestro perfil personal que se define en nuestra actitud diaria, en valores como el respeto, el cariño, la generosidad y, también, el humor.

Tanto talento como inteligencia emocional, incluyen la actitud. En muchas ocasiones, no le damos la importancia que tiene, y no tomamos conciencia de que es la base de lo que somos. Sin la actitud apropiada es imposible crecer como personas ni como profesionales.

En el ámbito empresarial, contratar a un trabajador sólo por su formación y con una actitud contraria a la filosofía de la empresa será con toda seguridad un fracaso. La preparación es importante pero un trabajador con una buena actitud, acorde con la compañía, es una apuesta segura. Debemos tener en cuenta que los conocimientos, las aptitudes pueden adquirirse, ampliarse y modificarse, sin embargo cambiar las actitudes de una persona es muy difícil, prácticamente imposible. Además, en un momento en que el mundo cambia rápidamente y donde la evolución y necesidad constante de actualizar conocimientos es igual de trepidante, es todavía más importante tener en cuenta la actitud en el criterio de selección.

Por otra parte, si hablamos del líder de un equipo, tanto en el talento como en la actitud, éste debe basar su gestión en el ejemplo. Y este ejemplo debe reunir la suficiente autoridad moral por servir de modelo a los que componen el equipo, en caso contrario, no resultará un líder creíble.

La actitud es, en definitiva, aquello que nos hará ser percibidos como algo más que meros ejecutores de nuestra actividad diaria. Es por ello que si tuviera que escoger, de todos los factores que confluyen en el talento, creo que el más importante, la base de una persona, tanto en su faceta persona como en la profesional, y la más difícil de gestionar, es la actitud.

Carmen Mur - Presidenta ejecutiva de Manpower

Directivos CEDE

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