viernes, 6 de mayo de 2011

¿Y si perder el tiempo en el trabajo no fuera tan grave?

Las reuniones improductivas, por culpa de aquellos que son considerados 'ladrones del tiempo de los demás'; los correos electrónicos, los Power Point eternos y el uso de las redes sociales en horario de oficina son, según los expertos, las principales causas de pérdida de tiempo en el trabajo. Pero hay quien piensa que ciertas 'distracciones', lejos de ser perniciosas, pueden resultar hasta necesarias.

La compañía de outplacement Challenger, Gray & Christmas, con sede en Chicago, pronosticaba recientemente que durante las tres semanas finales de la NCAA (la liga universitaria de baloncesto estadounidense) se perderían 8,7 millones de horas de trabajo. Y Vault.com, el sitio online especializado en empleo y carrera profesional, publicaba los resultados de una encuesta que concluía que un 80% de los empleados admitía que apostaría desde el trabajo a los partidos de basket.

Perder el tiempo en la oficina, como el baloncesto, es un deporte nacional en muchos países. Incluido el nuestro. La consultora Bregman Partners Inc. ha realizado un estudio en el que se identifican los factores principales que bloquean al 95% de los trabajadores: las reuniones innecesarias, los correos electrónicos totalmente prescindibles y los Power Point eternos. Algunos expertos añaden a todo esto el tiempo que se pierde (o se invierte, según se mire) en las redes sociales en horario de oficina.

De las reuniones ya se ha dicho casi todo, empezando por el hecho de que en mercados como el estadounidense tienen lugar cada día 11 millones de reuniones, y la mayor parte de profesionales se ven involucrados en 61,8 millones de éstas al mes, lo que supone la pérdida de 31 horas mensuales en comités improductivos, que equivalen a cuatro jornadas laborales completas.

Recientemente, Expansión & Empleo identificaba a los típicos compañeros indeseables que nunca te querrías encontrar en una reunión. Resulta evidente que en la fauna de oficina más abyecta, los que se consideran como "ladrones del tiempo de los demás" están entre los más vilipendiados.

La revista Fortune defendía recientemente en un artículo la posibilidad de que algunas "distracciones" en el trabajo no sólo no sean perniciosas, sino que puedan resultar positivas e incluso necesarias.

Basándose en las opiniones de Susan Scott, fundadora de la compañía de desarrollo y formación de ejecutivos Fierce Inc. (que cuenta entre sus clientes a compañías como Coca-cola, Microsoft, Google, Starbucks o General Electric), argumenta que "si la gente hace bien su trabajo, no debería preocuparnos que existieran ciertas distracciones". Según Scott, "lo último que una empresa debería hacer es establecer una regulación formal que restrinja las actividades lúdicas en horario de trabajo", y brinda argumentos para permitir ciertas distracciones:

En primer lugar, y quizá basándose en el hecho de que los miembros de las nuevas generaciones son ya consumidores simultáneos de medios, la experta asegura que "la mayor parte de la gente está ya tan inmersa en la tecnología y en aquello que esta ofrece y posibilita, que se han vuelto individuos multitarea, acostumbrados a estar al tanto de las últimas noticias, en contacto con amigos y familiares y trabajando". Todo a la vez.

El segundo argumento tiene que ver con el reto que deben afrontar muchas empresas para fidelizar a una generación Y o Z con nuevos valores y perspectivas frente al trabajo y a la relación con sus empleadores: Scott sostiene que aquellas firmas que pretendan retener a los miembros de estas nuevas generaciones cometen un error limitando el uso de las redes sociales en el trabajo, a pesar de que, para muchos, Twitter o Facebook siguen siendo verdaderos vampiros del tiempo.

La Universidad de Melbourne ha realizado un estudio que asegura que la gente que usa internet por razones personales en el trabajo es alrededor de un 9% más productiva que la gente que no lo hace, porque los usuarios que se distraen en internet "se concentran más y mejor". Sin embargo, una investigación de la consultora Robert Half Technology concluye que más de la mitad de las empresas estadounidenses tiene bloqueado el acceso a redes sociales como Facebook o Twitter. Aquí cada maestrillo tiene su librillo, y las firmas aplican su propio método de bloqueo, que va desde el cierre completo hasta la posibilidad de permitir su uso siempre que sea para fines comerciales. El estudio de Robert Half revela que sólo un 10% da carta blanca a sus empleados para navegar por Internet, a pesar de que, para determinadas profesiones, estas redes sociales y profesionales pueden ser consideradas como herramientas efectivas de negocio.

Lo cierto es que los Millenials valoran especialmente la capacidad ampliada que otorgan las redes sociales y profesionales para realizar un trabajo, la agilidad de éstas y las enormes posibilidades para compartir conocimiento. Puede resultar escandaloso para muchos empleadores, pero Montse Ventosa, directora de Sticky Culture, recuerda que "las nuevas generaciones quieren implicarse en proyectos en los que puedan aprender, y desean trabajar 'con amigos', algo que las compañías deberían tener en cuenta, tanto como el entorno laboral que fomente la diversión".

Susan Scott concluye que el problema real llega cuando tus empleados no están dando todo lo que pueden y no desarrollan su trabajo adecuadamente. "Si ocurre eso, es el momento de sentarse y hablar acerca de las causas". Ante esa situación, la fundadora de Fierce Inc. recomienda preguntar a los empleados si son felices en su empleo; si se sienten valorados y si están identificados con la cultura de la empresa.

Distracciones aparte, eso ya son palabras mayores. No hace falta ser un experto para saber que quien conteste "no" a esas preguntas está perdiendo el tiempo en su actual empleo.

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