miércoles, 23 de enero de 2013

Un equipo redondo

Los caballeros de la Mesa Redonda, también conocida como la Tabla Redonda, forman una orden de caballería legendaria que aparece en las leyendas artúricas. El rey Arturo era el rey de Britania y fundó su corte en Camelot. Cuando contrajo matrimonio con Ginebra el padre de ésta le regaló la mesa que dio origen a la orden. Esta tabla tenía ciento cincuenta plazas, que no siempre estaban cubiertas, y en ellas, según cuenta la leyenda, se sentaron los más dignos caballeros de su tiempo. ¿Qué tenía de especial esta mesa? Que nadie la presidía, es decir, de los caballeros que allí se sentaban ninguno estaba por encima de los demás, ninguno tenía más privilegios que otro, y eso incluía al propio rey Arturo. De esta forma, nadie sobresalía del resto, todos eran iguales y estaban en la misma dimensión. Curiosamente, podía deducirse la importancia de cada uno de los caballeros en función del número de asientos que lo separaban del rey, por lo que éste dejaba que sus caballeros se sentaran de forma aleatoria sin saber dónde se sentaría él cada vez.

Casi todas las acciones que realizamos en la vida encierran una coordinación de tareas de varias personas. Lo que hace que las organizaciones tengan vida son las personas. El trabajo en equipo es un fundamento del progreso y desarrollo del ser humano. El grupo tiene una enorme influencia en el individuo y en la construcción de su identidad y tiene un valor importante para evitar el individualismo y el aislamiento.

Por ello, una de las funciones del ejercicio del liderazgo es crear el clima que propicie las relaciones fluidas en el día a día y que permita una atmósfera de trabajo digna, comunicativa, respetuosa, participativa, tranquila y confortable.

Hay empresas que se rigen por parámetros de confianza y de credibilidad en la gente, que piensan que el compañerismo es una forma de relación beneficiosa y no una constante conspiración. Hay empresas que valoran tanto el talento humano que lo desarrollan y potencian, creando escenarios de evolución y espacios de creatividad que impulsan la innovación.

También hay empresas en las que no da miedo expresar la opinión y proponer sugerencias de mejora porque la primera palabra no es un «no» rotundo que frena, que molesta, que expresa la visión del mundo de un directivo que piensa que lo sabe todo, que impone, que controla y que ha creado un reino de taifas absurdo en el que únicamente pueden medrar los señores feudales que se rigen por un sistema de poder trasnochado y que miden su influencia por la distancia que les separa del máximo responsable.



Canal CEO

1 comentario:

Javier Izquierdo dijo...

Todos eran iguales... salvo el siege perilousm claro, que es donde en ciertos consejos se sienta quien da la nota disonante. ;-)